El rito puede, y debería, cambiar. El problema de fondo es que está
dejando de haber ritos. El rito está obsoleto en esta sociedad sin
mitos. Terminado el mito, terminado el rito. Huérfanos de ambos, la
perdurabilidad de algunos de los pocos antiguos que quedan suscita
inconsciente la nostalgia. Como los toros. Como el toro de la vega. Pero
son ritos de los de antes. De cuando, hace treinta años, criar y cuidar
un conejo, o un pollo, y luego matarlo y comértelo era lo normal. Atávicos. Telúricos. Paletos.
¿Qué día toca manifestarse contra la ganadería intensiva? En el nombre del cerdo, que decía Pablo Tusset.
Hoy, todos budistoides. Matar un mosquito provoca espanto. Eso sí, los lamas encargan al hinduísta de turno que lo mate por ellos. Tú comes carne y es el otro el que se carga de karma.
El rito terminará por cambiar. La cuestión es qué hacer con el interregno mientras surgen nuevos mitos, nuevos ritos: todos vampiros, todos zombis. Todos Lana Wachowski. ¿Por dónde empezaremos a buscar?
¿Qué día toca manifestarse contra la ganadería intensiva? En el nombre del cerdo, que decía Pablo Tusset.
Hoy, todos budistoides. Matar un mosquito provoca espanto. Eso sí, los lamas encargan al hinduísta de turno que lo mate por ellos. Tú comes carne y es el otro el que se carga de karma.
El rito terminará por cambiar. La cuestión es qué hacer con el interregno mientras surgen nuevos mitos, nuevos ritos: todos vampiros, todos zombis. Todos Lana Wachowski. ¿Por dónde empezaremos a buscar?
Imagen: Gillray, J. (1790). "John Bull baited by the dogs of excise".
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