domingo, 9 de septiembre de 2012

El yeti era un humano

La mano de yeti del monasterio de Pangboché (Nepal) es humana.

Uno de los misterios mejor postergados de la ocultología barata ha sido desvelado. Un análisis de ADN del dedo de yeti del monasterio nepalí de Pangboché, en las proximidades del Everest, que el aventurero Peter Byrne robó o canjeó (según sus propias dos versiones) en 1958, ha revelado que pertenece a un ser humano, homo sapiens sapiens, y no a un primate, un oso o un homínido tipo neanderthal (homo sapiens neanderthalesis), como los íkeres jiménez de medio mundo han jugado a conjeturar en relación con este misterioso animal.

El dedo ha permanecido varias décadas en las cajas de la colección del  primatólogo William Osman Hill donadas al Museo Hunteriano del Real Colegio de Cirujanos, en Londres (Reino Unido). En los años 50, sin las técnicas actuales, Hill no puedo emitir un dictamen concluyente. 

Sin embargo, recientemente se han encontrado estos restos y el investigador de la Sociedad Zoológica de Escocia, Rob Jones, no tiene ninguna duda: el yeti (de Pangboché) es un ser humano, según informa la BBC.

Este dedo es la única reliquia que se conserva de la mano y cuero cabelludo de yeti que fueron robados en 1999 del monasterio de Pangboché. Y de los que no se sabe nada hasta la fecha.  

La otra reliquia de yeti que existe, el cuero cabelludo del monasterio nepalí de Khumjung, próximo a Pangboché, era un serow, un antílope de la región. Y la piel de yeti de Beding, una aldea en un valle nepalí próximo, era la piel de un oso, según cuenta en su autobiografía el filántropo y alpinista Edmund Hillary. Lo que concuerda con la conclusión del también alpinista Reinhold Messner en su monografía sobre el abominable hombre de las nieves. El yeti es un tipo de oso que algunos pueblos tibetanos llaman jelmo, y que recuerda a los humanos por sus andares y los sonidos que emite. El propio dalai lama le pidió a Messner que no contara su hallazgo.

Pero el yeti, mitad humano mitad bestia, el inefable aliado de Tintín en la búsqueda desesperada de su amigo Chang, seguirá existiendo en el imaginario de los pueblos tibetanos. En los valles de los monasterios de Pangbché y Khumjung, todo el mundo cree en el yeti.

Otra cosa es que el animal que ha probado ser verdaderamente abominable haya sido, hasta la fecha, el ser humano.        


Imagen: Landseer, T., 1827. "I Hope I Don't Intrude". ("Espero no ser entrometido.")

No hay comentarios:

Publicar un comentario